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Foto del escritorIrene Paola Garza Del Valle

FEMINISMO Y RELACIONES DE PAREJA SANAS

Ante la reflexión a la que siempre nos invita el 8 de Marzo, me preguntaba:


¿Cómo es que el feminismo influye en las relaciones de pareja?

¿Qué efecto tiene la lucha de las mujeres por la equidad en los vínculos amorosos?



Las relaciones de pareja se co-construyen según nuestra idiosincracia (nuestras historias familiares, nuestros aprendizajes sociales, el momento histórico en el que vivimos, nuestra cultura y educación, el estatus socioeconómico, etc)


Anteriormente, desde un sistema patriarcal reinante, no se lograban construir relaciones igualitarias, seguras y fértiles. Los estereotipos de género marcaban expectativas, tareas y exigencias muy limitantes, tanto para hombres como para mujeres, y dejaban en el limbo y en el desamparo a las parejas homosexuales.


Pero gracias al feminismo y a su invitación de sanar y deconstruir los patriarcados que nos habitan, hemos desarrollado una mayor inteligencia emocional, que tanto a hombres como mujeres nos permite gestionar mejor nuestras emociones, entender nuestras necesidades afectivas, hacernos cargo de nosotros mism@s y ser capaces de comunicar en nuestras relaciones lo que esperamos y sentimos, es decir a querer mejor a l@s demás y relacionarnos más asertivamente.


El feminismo también nos ha permitido soltar los miedos y las falsas ilusiones que nos ha vendido el amor romántico: el miedo a que nos abandonen, el miedo al conflicto, el miedo al fracaso; la ilusión de que alguien más nos haga felices y nos salve de la soledad.




Esto ha derivado en que las parejas hablen de sus diferencias, dejando de evadir sus roces y haciendo como si todo fuera perfecto, comenzando a ver las discusiones como una oportunidad para conocerse, entenderse mejor y crecer junt@s. Igualmente ha permitido que las parejas al conversar más, logren negociar y llegar a acuerdos que les ayuden a llevar una vida en pareja más satisfactoria; y a liberarles de la presión de mantenerse en una relación, cuando llegado un punto una separación es lo más sano para las personas que conforman esa relación.


La lucha feminista nos ha liberado del “amor” ciego, del “amor” exigente, del “amor” que lo tolera todo y sufre hasta las últimas consecuencias, y de la necesidad y el hambre de ser amad@s, y es así como podemos construir relaciones basadas en la consciencia, en el compañerismo, en la libertad, en la tolerancia, en la compasión. Sabiendo que si, que nuestra pareja no está para hacernos felices, y así no salir huyendo cada vez que las cosas no son como deseamos y por el otro lado, recordando que nuestra pareja tampoco está para hacernos infelices, y con ello no quedarnos tolerando y aceptándolo todo en nombre del amor.





Gracias al feminismo tanto hombres como mujeres, nos hemos liberado de la visión rígida de como ser pareja y desde nuestra creatividad y nuestra individualidad estamos estableciendo nuevos modelos de convivencia (económica, sexual, afectiva, parental) más sanos, más libres, más satisfactorios y mejor adaptados a quienes somos y no a quienes nos dice la sociedad que seamos.


El feminismo ha hecho que la mujer se empodere económicamente, sea autónoma afectivamente, sea libre socialmente, se adueñe de su cuerpo y su sexualidad y con ello que deje de depender del hombre, y esto a su vez, le permite al hombre reflexionar sobre los aprendizajes patriarcales, tener espacio para mirarse a él mismo, reconectando con espacios y áreas a las que el patriarcado le había impedido voltear a ver: su mundo afectivo, su paternidad activa y consciente, su vulnerabilidad, etc.




Por eso es importante recordar que tanto en el #8m, como todos los días, las mujeres no solo luchamos por nuestros derechos, luchamos por construir una sociedad más sana y justa basada en la igualdad de derechos; luchamos también por liberar a los hombres de las imposiciones y exigencias patriarcales, luchamos por relacionarnos más sanamente, por #amarsanamente


El feminismo nos permite construir nuevas formas de relacionarnos, a ampliar nuestra perspectiva y nuestras posibilidades sobre cómo convivir, como criar hijos, cómo repartir las responsabilidades económicas y del hogar, entre muchas otras cosas.

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