“Cómo educar a un adolescente y no morir en el intento”, “Guías para sobrevivir a la adolescencia de tu hijo”, “Adolescentes rebeldes: 10 consejos para padres desesperados”…¿Tan mortal es enserio? Muchas veces nos referimos a los adolescentes como monstruos, como personas incapaces de controlarse, como las ovejas negras de la familia y los responsables de los dolores de cabeza de padres y madres. Se nos olvida, que todos hemos pasado por esa etapa y sobre todo, que así como los adolescentes evolucionan y están en un periodo de transformación, el rol de padres y madres también tiene que evolucionar y transformarse a la par. No puedes seguir llevando acabo las mismas estrategias educativas, las mismas reglas, los mismos consejos con un(a) hijo(a) que esta en una etapa en donde su principal función es lograr la independencia, definir su identidad y su personalidad y pretender que funcionen al igual que en la niñez.
Yo entiendo que ser padre o madre de un adolescente puede ser difícil, pues puedes sentir a lo largo de este proceso que pierdes tu lugar “como figura de autoridad”, que no te toma en cuenta, que no te respeta, que no comparte tanto tiempo contigo como te gustaría, mucha frustración al ver a tu hijo o hija entre tantos cambios y sentir que cualquier cosa que haces esta mal o no funciona. Pero, si solo te enfocas en “lo mal que la estas pasando tu”, no podrás entender lo mal que la esta pasando tu adolescente con toda la presión social que tiene encima de él o ella. Por ejemplo, los cambios corporales: si es chica sentirse mal si no tiene aun bubbies o si es hombre sentirse acomplejado si es el más pequeño de estatura, tener que demostrar que se puede comer el mundo a tan corta edad, salir bien en la escuela, ser el o la mejor deportivamente hablando, ser popular, ser el mas guapo o guapa, ser aceptado y respetado, tener el mejor celular, ropa de marca y estar a la moda, no ser objeto de burlas y un sin fin más de presiones que se viven en la adolescencia ante la búsqueda de tener un status que les brinde “seguridad” y confianza en sí mismos(as).
En este artículo, te doy 12 tips para transformarte en una mejor madre y en un mejor padre para tu hijo(a) adolescente:
Elimina tus estereotipos hacia la adolescencia: “Los adolescentes son rebeldes, siempre están de mal humor, nunca hacen caso”…Primero lo primero, siempre lo digo, la forma en la que interpretamos las situaciones es el motor que nos encamina a nuestros problemas o a nuestras soluciones. Si empiezas a tratar a tu hijo(a) con este chip puesto, lo único que vas a generar es estar a la defensiva y que él o ella también reaccionen contraatacando. No todos los adolescentes son rebeldes e indomables. Cambia tu chip por algo más realista y menos juicioso: “Mi hija(o) esta haciendo todo lo posible por lograr su independencia y no sabe aún como lograrlo, inicialmente ir en mi contra es una de las formas de experimentar y formar su propia identidad y ser mas independiente, no es nada personal, ni caso perdido”.
Transforma tu comunicación: Una comunicación efectiva con niños y adolescentes en general es una comunicación bilateral, es decir, una comunicación en dónde las necesidades y los deseos de ambas partes sean expuestos y tomados en cuenta. Si, como padre y madre habrá decisiones que tengas que tomar a pesar de la opinión de tus hijos, pero es muy importante para ellos que al menos escuches sus necesidades y sus deseos. El arcaico “ por que yo lo digo y por que soy tu madre/padre” no construye, sino destruye la comunicación. En la etapa de la adolescencia, no lo puedes obligar a hablar y tampoco lo puedes obligar a escucharte. Lo importante es hacerle saber que estas disponible cuando el/ella quiera hablar y sobre todo que te interesa saber su opinión y que para ti es muy importante que te guíe con que necesita y desea para poder apoyarlo(a), guiarlo(a) y entenderlo(a).
Dale espacio, pero manténte cercano y disponible: Es importante que con los adolescentes no se sea intrusivo(a), ni sobreprotector(a). Es importante darles un espacio para que puedan ir hacia ti cuando te necesiten, pero sabiendo que tienen y mantienen su propio espacio para explorar la vida. Tampoco se trata de irte al extremo y dejarlo solo(a) y hacerlo(a) 100 % responsable de todo lo que le sucede y de su existencia, aún te necesita, pero de un modo diferente. Esto puede hacerte sentir mal o diferente, no tan útil o necesario en su vida, e incluso que no te quiere, pero no tiene que ver para nada contigo, no te lo tomes personal.
No lo compares, ni lo presiones y limites con tus propias expectativas: La comparación es el peor error que puedes cometer, no hay cosa que pueda herir más a cualquier persona que el hecho de que la comparen. Los adolescentes están justo en un proceso de auto-construcción y definición, en la búsqueda de descubrirse, buscan ser únicos, auténticos y sobresalir y ser reconocidos justo por ello. Si la/lo comparas con un hermano o con algún familiar, dudará de si misma(o). Tampoco apliques el “yo a tu edad hacía esto o no hacía esto”… Comprende que son épocas diferentes, retos diferentes, presiones sociales diferentes, no pongas más presión y más carga en tu hijo(a) adolescente. También, otro error común es fijar expectativas propias o del adulto en el que te gustaría que se convirtiera. Con tus expectativa pones límites a todas sus posibilidades de hacer y crecer. Los adolescentes necesitan tener sus propias ambiciones, sueños, objetivos y metas. Y tu como madre/madre tienes la función de guiarlo y apoyarlo cuando te lo pida, y cuando tu lo creas conveniente.
No lo(a) sermonees: Lo peor que puedes hacer con un adolescente es sermonearlo, eso va a generar una barrera gigante entre ustedes dos…¿Por qué no mejor en vez de sermonearlo(a), le cuentas las veces que la cagaste y sus consecuencias, las veces que te rompieron el corazón, las veces que reprobaste un examen, las veces que fumaste o tomaste y te sentiste culpable por hacerlo? Tu hijo(a) adolescente va a conectar más contigo si descubre y le compartes tu lado más humano, tu propia adolescencia.
Entérate de su vida, pero permitiendo que preserve su intimidad y su espacio personal: Pregúntale desde tu interés para conocerlo como la nueva persona que esta definiendo ser, no cómo un detective o un policía que quiere tener controlado cada uno de sus pasos, casi casi como un arresto domiciliario. A algunos padres/madres, les cuesta mucho respetar la intimidad de su hijo(a), por miedo a “perder el control”. Si existen ciertas conductas o actitudes que te alarmen o preocupen, ok. Pero, si no, respeta su espacio, su celular, su diario. Por motivos de seguridad, es importante que sepas en dónde está, qué está haciendo, con quién está y cuándo volverá, pero no necesitas conocer todos los detalles. Dale confianza y manténla si no hace nada para transgredirla.
Establece reglas básicas y flexibles junto con él o ella: Hacerlos parte de establecer reglas, los hará respetar más esas reglas y esos acuerdos. Los castigos no funcionan, las consecuencias si: Estas consecuencias deben de ir acorde a la falta o a la regla que no cumplieron, no te vayas a los extremos u a omitir que exista una consecuencia.
Reconoce sus logros y sus buenas acciones: Para cualquier persona, niño, adolescente o adulto, no hay nada mejor que le reconozcan cuando ha hecho algo bien. Es importante que no solo escuche regaños, sino que también sienta que se reconocen sus logros, además de esta manera refuerzas los comportamientos que quieres que él o ella tenga más a menudo, Por ejemplo: “Me agradó mucho cenar contigo y que me contarás de tu día, muchas gracias por compartir esta noche conmigo”. Desde el reconocimiento a lo positivo, es más probable que se abra a contarte sobre su día, a que lo haga si te quejas por que no lo hace muy a menudo.
Ponte en sus zapatos: La clave esta en ser empático (a) con tu hijo(a) adolescente. Recuerda que tu fuiste uno(a), ¿Cómo te sentías?, ¿Qué te preocupaba?, ¿Qué te molestaba?, ¿Cómo te hubiera gustado que tus padres actuaran? Ya se que ahora lo ves con otros ojos, pero ya has estado ahí, así que puedes entender su visión y su emociones.
No juzgues, ni te metas con su imagen: Permite que tu adolescente se vista y experimente con su aspecto físico e intenta comprender por que lo hace ¿Tu tienes el mismo look que en tu adolescencia? No, verdad. Todos pasamos por modas, estilos y épocas, es parte del proceso de definirnos y probar que nos gusta o con queremos definirnos. No le des demasiada importancia a si se pinta, se corta o se deja largo el pelo, si se pone un piercing o si usa ropa negra, muy aguada, muy ajustada. Un tatuaje o un piercing no lo hacen ni mejor, ni peor persona. Piensa que vivimos en un mundo, que gracias a dios, poco a poco le da menos importancia a la apariencia de las personas y se enfoca más en el potencial que tienen para hacer y sumar al mundo y a la vida de los demás.
Acepta que ya no es un(a) niño(a): ¿Qué tanto esta siendo difícil relacionarte con tu hijo(a) adolescente, más por que tu no estas aceptando esta nueva etapa, que el tiempo pasa y que el/ella cada vez se convierte en una persona mas independiente?
Identifica señales de alerta y pide ayuda profesional en caso de ser necesario: Aunque es normal que un adolescente experimente cierta cantidad de cambios, hay que estar al pendiente de aquellos cambios demasiado extremistas o repentinos. Observa a tu hijo(a) e identifica si su conducta es una posible señal de alarma de que algo más esta pasando:
problemas en sus conductas de satisfacción de necesidades básicas: aumento o pérdida excesiva de peso de manera repentina,
problemas para dormir: falta de sueño o cansancio intenso.
cambios rápidos y drásticos en su estado de ánimo, personalidad o en su conducta
alteraciones drásticas en su vida social: cambio repentino de grupo de amigos, aislamiento o excesiva interacción social.
problemas escolares: faltar a clase continuamente y/o sacar malas calificaciones
hablar sobre el suicidio y/o intentos de suicidio.
indicios de que fuma, bebe alcohol y/o consume drogas
peleas constantes, robo, problemas con la ley etc.
En estos casos es importante buscar la ayuda de un profesional, para que tu hijo(a) adolescente pueda tener un espacio en dónde hablar de lo que siente, libre de juicios y también para que tu como padre/madre puedas aprender a reestructurar tus roles y poder comunicarte más, pero sobre todo mejor con él o ella.
Recuerda que la adolescencia es un período de prueba y cambio para todos. Es una etapa vital para que los adolescentes reflexionen sobre quienes quieren llegar a ser y para que los padres reflexionen de que manera pueden seguir estando presentes en la vida de sus hijos sin robarles la independencia. Solo permitiéndoles experimentar y vivir, podrán aprender a convertirse en adultos plenos y felices.