En estas fechas, todo el mundo se divierte disfrazándose de su propio verdugo, la muerte. Y el temor que muchos buscan inducir, es el temor que consciente o inconscientemente los acompaña toda la vida. La muerte es un suceso desconocido, nadie que la experimenta vive para contarlo. Por lo tanto, genera mucha incertidumbre en el ser humano, no se sabe que esperar y la falta de control y de conocimiento nos frustra. En este artículo, pretendemos ampliar nuestra comprensión con respecto a las interpretaciones y conductas humanas alrededor de la muerte:
1. Instinto Natural de Supervivencia
Empecemos por lo básico, como todo ser vivo, el ser humano tiende al instinto de supervivencia, es decir, a actuar de formas que preserven y/o aseguren su vida. Por lo tanto, por naturaleza existe rechazo a la muerte.
2. Percepción social
Desde que pisamos la tierra, nos vemos influenciados por el contexto geográfico, social y cultural en el que nacemos. Si nuestra sociedad y/o cultura tiende a ser más receptiva o no al suceso de la muerte, introyectamos estas percepciones, tendiendo más o no a ser receptivos. Muchas culturas y sociedades occidentales han hecho de la muerte un tema tabú y por lo tanto un tema que afecta psicológicamente a su población, incluso generando graves trastornos psicológicos. Desde la psicología, se sabe que aquello que se omite, siempre resurge más fuerte; que lo que no se habla, atormenta. Es así como la muerte ha pasado a ser uno de los mayores temores del ser humano, cuando este busca desligarse de ella, olvidarse de que la muerte es su destino, negándola en vez de aceptarla y normalizarla. Evitando el tema, como si evitándolo minimizará sus posibilidades de suceder. Como decía el poeta mexicano Octavio Paz “Así, frente a la muerte hay dos actitudes: una, hacia adelante, que la concibe como creación; otra, de regreso, que se expresa como fascinación ante la nada o como nostalgia del limbo. Una civilización que niega a la muerte, acaba por negar la vida”. Por otro lado, algunas culturas orientales y prehispánicas han tenido una “mejor relación” con el tema de la muerte. Por ejemplo, los budistas o culturas prehispánicas como la maya y la azteca, establecen vivir de modo en que después de la muerte se pueda asegurar llegar a un mejor lugar o permitir la reencarnación en un ser supremo. Tener mayor apertura al tema de la muerte e incluso preparar a la sociedad a vivir teniéndola en mente, permite de cierto modo una mayor aceptación, manejo y conciencia de la muerte y del mismo modo, menor conflicto mental y emocional al toparse con ella directa o indirectamente.
3. Miedo a la muerte
Cómo se acaba de explicar, existe una predisposición natural y una influencia social para temerle o rechazar la muerte. El miedo no es negativo, como lo he mencionado anteriormente ayuda a que las personas se protejan o tomen precauciones, en este caso la precaución ante la muerte sería vivir de una manera que te haga sentir lo suficientemente satisfecho y para que cuando ella llegue no existan remordimientos y culpas. Sin embargo, un miedo excesivo te paralizará día a día, será tanta la angustia que no disfrutarás la vida; tanto temes perderla, que la pierdes con tanto temor. Cuando ese miedo se sale de lo “normal”, afecta a las personas de una manera más profunda. Irvin Yalom un psicólogo existencialista que ha estudiado el tema de la muerte en sus pacientes, refiere que las ansiedades, fobias e incluso cuadros psicóticos, son patologías del ser humano que tienen una base importante en el miedo a la muerte. En mi experiencia personal, aunque muchas veces creen que al ser psicólogos somos ajenos al dolor y a los sufrimientos humanos, hace dos años presente mucha angustia a morirme. Todo lo interpretaba como una señal de que pronto iba a morirme (si me encontraba a alguien en la calle, era porque tenía que despedirme de esa persona, si salía a la calle pensaba que algo me pasaría, si tomaba un avión pensaba que se desplomaría). De no tener consciencia de mi finitud, pase a tenerla a flor de piel, fue un proceso muy duro, hasta que trabajé para que fuera una forma de a sincerarme conmigo y con mi sentido de vida. Incluso recuerdo haber hecho una carta de despedida e imaginé como quería que fuera mi funeral, me liberé acercándome a ese momento tan temido. Concluí que vamos en el tren de la vida, y por más que queramos no lo podemos frenar, es imposible, pero el ir perdiendo tiempo en intentar frenarlo, solo nos quita la oportunidad de ir apreciando el paisaje de nuestro camino, de nuestra vida.
4. Actitud desafiante
Por otro lado, existe gente que procesa la muerte de manera totalmente diferente. Su miedo a la muerte lo manifiesta con un mecanismo de defensa denominado “Formación reactiva”, en donde la persona de forma inconsciente se comporta o tiene actitudes que van en la dirección opuesta de su deseo o temor reprimido. En este caso , hay personas que manejan su impotencia e incertidumbre ante la muerte con una actitud “omnipotente y desafiante” , viviendo como si fueran inmortales, exponiéndose a la muerte de forma semiconsciente. Es la típica persona que piensa que no le va a pasar nada y aunque incluso algunas veces haya tenido un accidente o haya estado en riesgo, cree que tiene la suficiente buena suerte para siempre huir de la muerte. Es una forma de “reforzar el sentimiento irracional de poder” sobre temas que realmente están fuera del control del ser humano.
5. Elección de la muerte como alivio a una existencia no deseada
Aunque parezca incomprensible para algunas personas, la muerte a veces es una elección de alivio para el ser humano. Ya sea para detener un sufrimiento físico y/o emocional, el suicidio y la eutanasia, son conductas humanas que las personas llevan a cabo cuando no quieren vivir más, es decir, para ellos la muerte es un fenómeno deseado, pues la vida no les parece una mejor alternativa. En estos casos, los afectados con la muerte de estas personas suelen ser sus seres queridos y quienes les rodean, por un lado es difícil aceptar el hecho de que una persona vaya en contra de su instinto de vida y supervivencia, por el otro lado, es difícil aceptar que no desee una vida en la que uno (como familiar, amigo, pareja, hijo etc.) está inmerso (esto puede ser doloroso para el ego). Del mismo modo, también las personas suelen sentirse culpables de no poder haber hecho nada por cambiar esa perspectiva, pero, ¿Acaso alguien podría convencerte de renunciar a tu propia existencia cuando estás seguro de querer vivir? ¡No! Estas conductas de preferencia y de ejecución de la propia muerte, aún son un tema controversial en nuestras sociedades.
6. Duelo, el proceso natural de adaptación ante una muerte
El duelo es el proceso de adaptación emocional ante cualquier pérdida. Según la psicóloga Elisabeth Kübler-Ross, una de las más reconocidas expertas en materia de duelo y muerte, las personas experimentamos el duelo a través de 5 fases: negación, ira, negociación, dolor emocional-tristeza y aceptación. Sin embargo, es un proceso tan subjetivo, pues depende tanto de la persona que lo experimenta, como de las condiciones de la muerte de nuestro su ser querido, que hay personas que pueden presentar solo algunas de las fases o en diferente orden. La meta final de todo proceso de duelo es llegar a la aceptación, que es la postura más sana. Ser conscientes de la muerte, nos permite a través del realismo valorar la vida y las oportunidades que día a día nos brinda. Por otro lado, un duelo no logrado es aquel que perdura más de 6 meses y que afecta el funcionamiento cotidiano de la persona, en este caso, estaríamos hablando de una depresión y un duelo patológico; situación en la cual es importante acudir con un profesional que pueda ayudar a que la persona resuelva el duelo y acepte la muerte, para poder seguir viviendo.
7. Replanteamiento de la vida a partir de una situación de muerte
Hay personas que cambian su estilo de vida cuando han tenido una experiencia cercana a la muerte. Yalom refiere que la cercanía con la muerte y la propia finitud es un golpe de conciencia que normalmente genera un cambio positivo en la vida de las personas. En sus libros, refiere diversos casos de pacientes que sobrevivieron a una enfermedad terminal o que durante su enfermedad hicieron cambios radicales en su vida, que relataban los hacía sentir que vivían profundamente, mas plenos y realmente preocupándose por los aspectos importantes de la vida y no de las banalidades a las que anteriormente daban importancia. Lo que se nos olvida es que enfermos o no, todos estamos en constante contacto con la muerte, todos tenemos ese riesgo de morir y ese simple hecho, nos debería de hacer replantearnos nuestra vida y la forma en la que vivimos.
8. Rituales y celebraciones
A través de los rituales, las personas elaboran el hecho de que morir es esencial en el arte de vivir. Estas celebraciones acercan a las personas al suceso de la muerte en una forma más armoniosa y las enseñanzas guían a los individuos a prepararse para la muerte, liberándose en vida de sus temores y de sus angustias, pudiendo gozar una existencia más plena y feliz. Como muchos sabemos, México es conocido como el principal país en celebrar el día de muertos, de hecho, la UNESCO declaró patrimonio inmaterial a esta festividad, un viaje en donde el alma recorre un camino lleno de obstáculos hasta llegar al lugar en donde descansaban los difuntos. El día de muertos celebra a esas almas que regresan al lugar en donde vivieron, en donde amaron y en donde sufrieron, las ofrendas honran su existencia preparando sus platillos bebidas y objetos favoritos. Las calaveritas que se regalan entre los vivos son una manera de recordarle al otro que morirá, pero no para perturbarlo, sino para hacerle una invitación a vivir intensamente, pues nunca se sabe cuando será el día final de cada uno. Otro ejemplo de celebración lo tiene Haití, en donde la gente sale a las calles vestida de rojo y negro, los colores de los espíritus de sus antepasados y se dirigen al panteón a hacer un rito en donde vierten café y ron en las tumbas. Del mismo modo, en Tailandia se celebra el “Phi Ta Khon”, ritual en donde los hombres del pueblo se disfrazan de espíritus y hacen bromas mientras los monjes cuentan sobre la última reencarnación de Buda. Igualmente, en la India se celebra el “Mahalaya”, este ritual consiste en rezar para invocar a los espíritus pasados y adorar a sus almas, pidiéndoles como deseo conseguir estar en paz el resto del año; en la radio se transmiten himnos sagrados y mantras, algunos también se bañan en el Rio Ganga mientras piensan en sus familiares fallecidos y les piden paz y armonía.
Es un hecho, la muerte nos llegará con seguridad. ¿Cuándo y cómo? son incógnitas muy difíciles, sino es que imposibles de responder. Y si no podemos dar respuesta a estas preguntas, tal vez debamos de dejar de perder nuestro tiempo y nuestra energía en ellas, y formularnos otras que si podamos controlar y responder, como por ejemplo: ¿Cómo quiero vivir mi vida hoy? ¿Si muriera mañana que haría el día de hoy?, ¿Estoy haciendo cosas que no quiero hacer? Etc…
Quiero finalizar este artículo con una frase de Steve Jobs sobre la muerte: “El recordar que estaré muerto pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones en la vida. Porque casi todo —todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo temor a la vergüenza o al fracaso— todas estas cosas simplemente desaparecen al enfrentar la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que uno va a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que hay algo por perder. Ya se está indefenso. No hay razón alguna para no seguir los consejos del corazón”.