Para celebrar el día de las madres, decidí hacer este artículo. Normalmente suelo leer un poco la opinión de otras personas o el material ya existente tanto impreso como en Internet, relacionado con lo que quiero escribir para tomar en cuenta las diferentes perspectivas. Para mi sorpresa, aunque claro que habían artículos que hablaban “del lado obscuro de la maternidad” por ejemplo, sobre la depresión post-parto, la mayoría planteaban que la maternidad y el hecho de que la “mujer sea fuente de vida implicaba necesaria y únicamente una sensación de plenitud”, feminidad y bienestar psicológico, hecho con el que no estoy totalmente de acuerdo.
Generalmente se cree que la maternidad esta asociada únicamente a sentimientos de felicidad, dicha, plenitud, feminidad, ilusión y a un estado psicológico de bienestar absoluto, en resumen, que cuando una es madre, todo es miel sobre hojuelas. Sin embargo, la experiencia de ser madre y los aspectos psicológicos varían de mujer a mujer y también dependen del momento de la vida en el que suceda el embarazo, así como de las circunstancias bajo las que suceda. De esta diversidad, surge la realidad de que no existen formas correctas o incorrectas de vivir la maternidad y de ser madre, sino distintas; y sobre todo el hecho, de que el estereotipo de que ser madre es sinónimo de ser la alegría con patas no es totalmente cierto.
Personalmente pienso en la situación de dar a luz y ser madre y me da mucha ansiedad de solo pensarlo, por que no creo sentirme preparada ni física, ni mental, ni económica y ni emocionalmente para tener un hijo. Además, nunca he sentido una gran ilusión por embarazarme o por ser madre a diferencia de otras mujeres. Ufff.....…primer estereotipo con el que como otras mujeres voy en contra…”todas las mujeres desean ser madres”…Y me gustaría justo enfatizar que el aspecto psicológico entorno a la maternidad y el embarazo también se ve influenciado por estos estereotipos sociales y las expectativas hacia las mujeres en general. Por ejemplo, muchas personas pensarían que soy una mujer rara o que soy incluso hasta insensible o que de ser madre no seré tan buena, solo por no haber sentido nunca ese intenso deseo e ilusión de ser madre, esto, debido a que la sociedad ha asociado como valor femenino la maternidad, como si el ser madre nos hiciera ser más mujeres o si por ser mujer se tuviera y pudiera ser siempre una buena madre. Sin embargo, somos muchas las mujeres que no sentimos ese “deseo” o “prioridad” en nuestras vidas, o que lo sentimos, pero no tenemos prisa por tener un hijo o no nos sentimos presionadas si no ha llegado el momento de tenerlo o de no llegar a tenerlo.
Del mismo modo, otro estereotipo es el que asocia el sacrificio total de la vida de una mujer con la maternidad positiva, esa idea de que buena madre es únicamente la que se dedica primero y únicamente a sus hijos y luego a ellas mismas, si es que queda tiempo y espacio para hacerlo, que deja a lado su vida profesional, social e incluso de pareja. Pero creo que una maternidad sana, no conlleva un sacrificio. Claro que la maternidad representa retos y esfuerzos, pero no sacrificarse a si misma, una maternidad sana e ideal es aquella en donde la mujer educa a sus hijos también a partir de enseñarles quien es como persona, además de ser su madre, quien es como amiga, como profesional, como deportista, como pareja, etc. La maternidad es dar vida, pero dar vida no esta ligado a perder la propia vida, sino a aumentarla, a sumarse, no a restar.
Como ya mencionamos, la percepción y el estado psicológico también dependen de la personalidad y grado de madurez de cada mujer, su historia de vida, sus ideas sobre maternidad, feminidad etc., el contexto cultural, social y económico bajo el cuál tiene un hijo, los motivos, la relación con el padre del hijo, su entorno social entre muchos otros factores. Actualmente, vivimos bajo un sistema de creencias un poco más igualitario que comienza a dejar de definir a la mujer por su rol como madre y a permitir que sea madre entre muchas otras cosas.
Sin embargo, el ideal social para que se desarrolle la maternidad sigue siendo aún el de una mujer adulta, casada (por la iglesia y lo civil de preferencia), económicamente estable que desee tener un hijo. Pero siendo realistas, ese “esquema ideal” no garantiza un estado psicológico “estable o positivo” o una maternidad satisfactoria y plena. Una mujer casada y económicamente estable, puede no sentirse plena y/o sufrir depresión post-parto o ansiedad durante su embarazo o incluso después de el debido a la gran responsabilidad que representa tener un hijo o al hecho de percibir los cambios que tendrá que realizar en su vida diaria con la llegada del bebé, la perdida de una parte de su independencia e individualidad, además aunque se supone que la mujer debe de sentirse feliz y realizada por tener hijos, puede que los extensos cuidados que representan los niños la pudieran tener ciertos días, cansada y malhumorada, dentro de sí preguntándose como sería su vida si no tuviera hijos. Creencias y cuestionamientos que normalmente suelen callarse y se viven con mucha culpa, pues la sociedad ve malamente y señala juiciosamente a una mujer que no se entrega 100 por ciento a la maternidad y a sus hijos y que no se esclaviza a ese nuevo rol sin cuestionamientos.
Sin embargo, muchas otras mujeres, independientemente de tener a su hijo bajo el ideal de estar acompañadas de un hombre o de tener una situación económicamente estable, pueden sentirse plenamente seguras de tenerlo, con mucha alegría y sin dudas, a pesar de no cumplir las expectativas sociales del ideal para tener un hijo. Incluso eso puede motivarlas más para ejercer su “yo-madre” de la mejor manera posible, bajo su propia perspectiva.
Lo que si es un hecho, dejando a un lado las expectativas sociales y los contextos personales de cada mujer, es que el embarazo y la maternidad son procesos ambivalentes de cambio y adaptación, debido a las modificaciones físicas que se producen en el cuerpo de la mujer, así como las modificaciones personales y de vida a nivel psíquico. Es inevitable sentir temor o incertidumbre ante lo desconocido, el posible dolor que se sentirá a la hora del parto, si el niño viene bien de salud, al simple hecho de saber que estos cambios son trascendentales, pues a lo largo de su vida jamás dejará de ser madre y al mismo tiempo felicidad y emoción por conocer a su hijo, por todas las cosas que podrá hacer con él y enseñarle.
Es importante que independientemente, bajo que circunstancia se tenga un hijo, las mujeres busquen identificar su estado emocional y psicológico acerca de su maternidad, pues de el dependerá el como vivan esta experiencia y sobre todo el vínculo que desarrollarán con su bebé.
Cuando la mujer si tiene una pareja, ser madre también supone muchas transformaciones y estrés en la pareja , como por ejemplo, si los futuros padres sabrán atender adecuadamente a su hijo y al mismo tiempo, lograr adaptarse a los cambios que la presencia de este nuevo miembro supone en su vida de pareja.
Otro estereotipo que también influye no solo en la pareja, sino en el mundo sexual de las mujeres es el que refiere que una madre “mágica e irónicamente” tiene que ser una mujer pura y casta, casi casi, como si el nacimiento de su hijo le devolviera la virginidad; este tipo de creencias limita a las mujeres de seguir viviendo plenamente su vida sexual y muchas veces las orilla a dejar en segundo termino a su pareja. Disfrutar del placer de ser madres, no esta peleado con el disfrutar el placer de su cuerpo y de si mismas.
También otro prejuicio, proviene de la creencia de que madre es solo aquella que puede parir, estereotipo que tampoco comparto. mujeres son excelentes madres sin haber dado a luz, esta limitante de ser reconocida como madre solo por el simple hecho de parir me parece totalmente reduccionista. Así como se suele reducir la sexualidad al mero coito, la maternidad se llega a reducir a dar a luz, sin embargo, la maternidad es algo más profundo y extenso que el proceso de nacimiento. La maternidad es un compromiso con la vida de otro ser humano.
Finalmente, solo quiero invitar a las mamás a que se despojen de todas estas presiones, que vivan su maternidad y la experiencia de ser madres libremente, sin estereotipos que las hagan sentirse culpables y sobre todo conscientes de que la perfección no existe. A la sociedad en general, hacerle un recordatorio para que deje de propagar estas exigencias anticuadas, pero sobre todo un recordatorio de que la felicidad no esta en los ideales, sino en las libertades y que entre más libres dejemos ser a los demás también más libres seremos.
Feliz Día a todas las madres: adoptivas, biológicas, casadas, viudas, solteras, separadas, divorciadas, adolescentes y premenopáusicas, heterosexuales, homosexuales y bisexuales! Gracias por ser nuestras guías de vida!