Los estereotipos sobre amor, romance y las relaciones son aquellos supuestos de “pareja o amante ejemplar” que cultural o socialmente se nos han impuesto como un “ideal” y por lo tanto la mayoría de las personas esperan reproducir, encontrar o cumplir dentro del vínculo con otra persona. Y es ahí, en estos ideales imaginarios que el amor, las relaciones y el sexo se robotizan a través de la propagación y adopción de creencias inflexibles y muchas veces irracionales; las cuales son la muralla de condicionamientos sociales que nos aíslan de la libertad infinita que cualquier hombre y mujer en su mundo íntimo merece vivir.
Es real que biológicamente tanto hombres como mujeres estamos en búsqueda de parejas “deseables”, capaces de procrear en el caso de las mujeres y capaces de proveer sustento y defensa en caso de los hombres.
Sin embargo, socialmente se han generado otros impuestos conscientes e inconscientes de “parejas ejemplares o relaciones de ensueño”, que van desde la posición socioeconómica de la pareja, hasta el nivel intelectual, estabilidad emocional y afinidad de gustos, los cuales han dificultado el amor y las relaciones, aún más. Es así, como los estereotipos limitan la conducta humana y en este caso nuestra forma de amar y de expresar ese amor, así como la forma de vivir y experimentar nuestras relaciones. En pocas palabras, los estereotipos son las cadenas y candados del discurso social, que al existir en un nivel abstracto (la palabra y la mente, lo que se dice y lo que se piensa) es más difícil liberarse de ellas.
La sociedad en su afán de resguardar al hombre del libertinaje y de las consecuencias negativas del amor y el placer mal ejecutados, termina resguardándolo también de la aventura, diversión, lugares de crecimiento emocional y personal que se encuentran solo en la libertad de ser y dejar ser al otro dentro de las relaciones, en no imponer lo que creemos correcto y dejarnos sorprender por la improvisación y la espontaneidad de cada persona.
Fragmentando al otro únicamente a lo que queremos ver, la subjetividad se pierde en los estereotipos, relatos de cuentos de hadas, novelas románticas y la ficción del romance:
“Romeo y Julieta”: El estereotipo del amor devoto
El amor devoto lo viven los románticos creyentes y practicantes de los textos de Shakespeare, quienes sumamente entregados cuando de amor se trata, son capaces de morir y sacrificar su vida por amor, e incluso de darle la espalda y hacer a un lado a sus familias, sus amigos y sus vidas profesionales, con tal de vivir sus apasionantes historias románticas. Pero en el verdadero amor, ese que no se promueve desgraciadamente en la sociedad, nadie tiene por que esconderse, ni sacrificarse a sí mismo emocional , profesional y físicamente para estar con alguien y mucho menos alejarse de aquellos que son significativos para él. El amor no se trata de sacrificar, pues entre más se sacrifica, menos se tiene para amar al otro. El estereotipo del amor devoto visto bajo un lente más racional, esconde la falta de comunicación, pues ni una nota de “estoy fingiendo estar muerta” se dejó. Analízalo, en una relación en donde se finge la muerte ¿Qué otras cosas no se habrán fingido? Y sin mencionar que además Romeo tenía tendencias suicidas… parece que no era tan perfecta la historia al final de cuentas.
“El amor de mi vida”: El estereotipo del amor universal
Este ideal imaginario nos aprisiona y esclaviza a la idea de que solo nos enamoraremos una vez o amaremos solo a alguien durante toda nuestra vida. La realidad es que en la mayoría de los casos diversas personas pasan por nuestra vida de una forma única y especial pero no siempre para quedarse. Sin embargo, los cuentos de hadas, las historias de amor y las novelas nos enseñan que normalmente uno no encuentra al amor de su vida antes de que alguien trate de matarte, envenenarte o hacerte daño….algo que seguramente no desearas. Y del mismo modo, Walt Disney se revolcará en su tumba por lo que diré, pero en la Cenicienta el príncipe juraba que ella era el amor de su vida, pero al otro día ni sabía su nombre, ni la recordaba bien, tanto así que tuvo que ir de mujer en mujer por todo el reino probando la “zapatilla”. El enamoramiento es una etapa muy intensa que difiere del verdadero amor, que es más consciente y más duradero, aun así, probablemente puedas llegar a amar a varias personas en tu vida, porque el amor no es el único factor necesario para que una persona establezca una relación de por vida con otra.
“El príncipe azul”: El estereotipo del hombre perfecto
Esta exigente expectativa encadena a los hombres a ser personajes sacados de cuentos de hadas, físicamente muy atractivos, ricos, casi dueños del mundo, corteses, valientes, románticos, esposos devotos únicamente a sus princesas etc. Y es que aunque no dudo que haya muchos hombres en el mundo con muchas cualidades y atributos, incluso fuera de la lista de Disney, todos también tenemos un lado obscuro, nadie es perfecto y menos un príncipe totalmente azul. A la mujer desde pequeña se le han enseñado historias en donde el desenlace perfecto es encontrar al hombre de sus sueños, sin embargo, en el mundo adulto esta fantasía llega a generar problemas dentro de las relaciones y en las expectativas de pareja. Pero sobretodo en su percepción de sí mismas como parejas, dejándolas siempre en una posición de espera, pasivamente aterradora o de sumisión por retener a su "príncipe azul". Estos roles de género, en donde, la mujer es pasiva y su felicidad depende de un hombre perfecto y el hombre carga con la responsabilidad del bienestar de su princesa, chocan completamente con la evolución social de ambos géneros y su actual desenvolvimiento en las relaciones amorosas contemporáneas.
“Fue amor a primera vista”: El estereotipo de que el romance y el amor se dan fácilmente y no requieren esfuerzo alguno
Las relaciones se construyen, no se generan de la nada. Existe el dicho que dice que “de la vista nace el amor”, es decir, la atracción física es esencial para que comience una relación en la mayoría de los casos. Sin embargo, no se ama a una persona incondicionalmente solo porque físicamente nos atrajo. Hay personas con quien de primera instancia se tiene una química muy fuerte, pero tampoco eso es amor. El amor en resumen, es un sentimiento producto de acciones e interacciones, de comprensión, respeto, admiración por el otro significativo y que va más allá del sentido de la vista; y aunque el respeto es algo que debe de ir implícito hacia cualquier ser humano que conozcamos, la comprensión y la admiración se dan en base a la convivencia diaria, por lo cual el amor a primera vista no existe. En ese caso, es enamoramiento (sensación pasajera que dura aproximadamente 4 meses) o atracción.
“Media naranja”: El estereotipo del incompleto
Suponiendo que estuviéramos rotos, incompletos o fuéramos por la vida faltantes de algo que nos haga valiosos, este estereotipo refiere que hay alguien, una pareja que nos complementará y que a partir de él/ella podemos llegar a ser quienes deseamos ser o quienes “debemos” ser. Además, refiere que ese alguien, será justo igual a nosotros y embonaremos perfectamente como una pieza de rompecabezas. Esto es totalmente irreal, para empezar ya nacimos completos, si así no te sientes, antes de comprometerte en una relación es importante percibirte a ti mismo de manera positiva y sobre todo completo(a) e integralmente en armonía. Por el otro lado, nadie, incluso las personas con muchas similitudes, son totalmente iguales, incluso los gemelos tienen diferencias tanto físicas como emocionales y personales. Las diferencias más que dificultades u obstáculos, como se nos ha enseñado a percibirlas socialmente, son oportunidades para aprender y crecer dentro de una relación. No hay mayor fortuna que dos personas con pensamientos diferentes, emociones diferentes, experiencias diferentes, para enriquecerse unos a otros dentro de una relación.
“Hasta que la muerte nos separé”: El estereotipo del amor eterno
¿Al infinito y más allá?, improbable, incluso como bien lo dice la frase, la muerte pronuncia el final de una pareja. Nada es infinito, estamos en constante cambio, no solo físicamente envejeciendo, sino emocionalmente y mentalmente lo que un día era importante para nosotros otro día puede ya no serlo. Y a veces ocurren muertes emocionales, generando separaciones, desenamoramientos, falta de pasión, crisis de pareja que tienen como finalidad la renovación y reconstrucción etc. Desgraciadamente, ante la creencia fiel a este estereotipo hay gente que se aferra a relaciones en donde el romance y el amor terminaron hace mucho tiempo y hay una grave negación al final. Si el amor se acabó o si una relación termina, no pasa nada, nada es para siempre, todo tiene un fin y el cambio es lo único constante y seguro tanto en nuestra vida como en las relaciones. Dejar ir o saber irse es la verdadera lucha versus este estereotipo. Incluso, hasta las personas que logran construir relaciones que duren el resto de sus vidas, llegan al termino con la muerte de alguna de ellas.
“Me trae loco, Estoy loco por ella”: El estereotipo del amor que lleva a la locura
¿Si no estás como animalito recién salido del corral no es amor?¿Qué tanto amar a alguien o una relación con alguien nos puede hacer perder el juicio de nuestras acciones, pensamientos y emociones, hasta desconocernos a nosotros mismos? ¿Qué tanto el amor nos justifica de no tomar responsabilidad de nosotros mismos y nuestras acciones? ¿Qué tanto el amor tiene que ser demente en vez de una expresión consciente y sensata? Malamente la sociedad nos ha vendido la idea de amores que pierden la cordura, de amantes apasionados que cometen suicidios al haber sido abandonados o de personas que hacen hasta lo impensable por estar con alguien. No tenemos que renunciar a la cordura por cualquier romance, es más cuerdo un amor sano. Estar fuera de uno mismo únicamente impide amar fuera de la realidad e incluso la locura está inmersa en ella.
“El hombre debe de tener la iniciativa siempre en la relación”: El estereotipo que obliga al hombre y limita a la mujer
Este estereotipo rigidiza los roles de género y establece que es el hombre el que tiene que cortejar, buscar, el que tiene que tener la iniciativa para las demostraciones de afecto y para el sexo. Además, imposibilita a la mujer de tomar el primer paso en algunas ocasiones, en ser “atrevida” y sorprender a su pareja. La dinámica de pareja se vuelve muy previsible y se cae en una rutina muy aburrida. Las mujeres han luchado por años para obtener un lugar más igualitario en la sociedad y dentro de las relaciones, adoptar esta equidad dentro de la organización de bienes y las iniciativas de expresión de amor y romance es una más de sus ventajas.
“La relación es perfecta, nunca discutimos”: El estereotipo que sataniza las diferencias
“Como perros y gatos nunca”, este estereotipo nuevamente nos muestra únicamente el lado obscuro de las diferencias, los problemas, discusiones y obstáculos dentro del amor y las relaciones de pareja. Sin embargo, las discusiones son normales e incluso sanas dentro de cualquier relación, el hecho de jamás discutir no es sinónimo de inmunidad dentro de una pareja o de que todo está bien. A veces alguien se convierte en “ciego o sordo” con tal de mantener una “supuesta armonía” y paz con quien está, pero no siempre esa paz es integral o totalmente real. En el silencio y en lo que no se dice también hay agresión y dolor. El poder tener la capacidad de decirle a nuestra pareja que cosas no nos gustan o en que no estamos de acuerdo permite que el otro conozca mucho mejor nuestros deseos y necesidades y viceversa y promueve la comunicación, el respeto, la comprensión y la aceptación.
“Forever alone”: El estereotipo del que nunca será amado
Como si no lo mereciera o como si la vida no hubiera creado a nadie para alguien. Se denomina por medio de este estereotipo a personas que estadísticamente hablando tienen menos relaciones o mayor tiempo por su parte que en una relación. Como si el único estado deseable fuera tener una relación y totalmente inaceptable el hecho de estar solo por convicción o por circunstancias de la vida. La sociedad a desdeñado mucho el estatus de soltero, pues desafortunadamente la independencia, el autoconocimiento, la introspección no son cualidades y habilidades personales valorados o enseñados. Esta etiqueta genera frustración en la gente que por una u otra razón no ha encontrado a alguien con quien establecer una relación. Pone una absurda presión y no permite el disfrute de la relación con uno mismo. El amor y el romance comienzan a existir desde uno mismo. No estar dentro de una relación no es para avergonzarse o sentirse mal, en lo individual y en la independencia también hay mucho crecimiento que promueve relaciones más sanas con el otro.
“Don Juan”: El estereotipo del conquistador innato
Este estereotipo santifica a algunos hombres como imanes de mujeres, aquellos que jamás fallan y todo lo pueden, sin embargo hasta el más grande seductor no siempre consigue a la mujer que realmente busca. Ese hombre que jamás se deja domesticar por que el amor le quita su hombría y su libertad, ese que rara vez duerme en su cama, pero que también rara vez ha experimentado realmente el romance sin miedos y barreras, ese hombre que es poseedor de uno o dos estereotipos básicos: la mujer perfecta, por la cual continua en la intensa e interminable búsqueda y segundo, que el amor y el romance son contrarios a la masculinidad y el adentrarse en una relación es ser comido vivo y perder hombría. Este estereotipo promueve la idea de que ser un Don Juan es el mejor papel que cualquier hombre puede interpretar en el escenario del romance y el amor.
Así como estos, hay muchos otros más estereotipos que limitan las relaciones, los vínculos sanos y el amor. Los estereotipos nos impiden percibir la realidad, nos negamos a ver al otro y a aceptarlo tal y como es, diferente al ideal imaginario colectivo e individual. El significado del amor que está insertado en el imaginario social es a menudo, trasfondo de violencia de género, tanto por parte de hombres, como de mujeres, causa de una idealización de la relación de pareja y el amor en donde la entrega total es exhaustiva y dolorosa. Detrás del estereotipo hay exigencia y presión a que nuestras parejas estén hechas a la medida, una búsqueda irracional de posesión del otro y de co-dependencia. Que resultan limitantes a nuestro potencial y al del otro como parejas y amantes y como una imposición de concepciones de roles de género dentro de las relaciones. Todo esto es generado por la sociedad y obstaculiza la construcción de relaciones basadas en el respeto a las diferencias y en la libertad.
Para liberarnos de los estereotipos tenemos que eliminar todas las exigencias y suposiciones de cómo debe de ser una relación. Por otro lado, aprender a conocer realmente al otro sin esperar que se comporte de cierta manera, sino, comenzar a identificar su manera de vivir un romance y amar, así como la propia. Dejar de esperar o exigir, para comenzar a vivir. Atrevernos a cambiar paradigmas, romper con lo establecido y hacer de nuestro mundo íntimo y nuestras relaciones , algo totalmente creativo, personal y único.